El valle de Aït Bougmez, conocido con cariño como "el valle feliz", es un lugar donde la naturaleza y la historia se entrelazan para ofrecer una experiencia única y conmovedora. Situado a una altitud que oscila entre los 1700 y los 2000 metros, este valle se encuentra al pie del majestuoso M'Goun, cuya cumbre alcanza los 4071 metros en el Alto Atlas marroquí. Hace millones de años, el valle era un lago que se vació en el período Jurásico, dejando como testigos de su pasado a los impresionantes Atlasaurus, una especie de dinosaurios que caminaron por estas tierras. Hoy en día, puedes seguir sus huellas, impresas en la piedra caliza, mientras recorres los senderos del valle, sintiendo la conexión con la antigua vida que una vez floreció aquí.

Rodeado de altas mesetas y majestuosas montañas, el valle de Aït Bougmez disfruta de un microclima único: soleado incluso en invierno, cuando la nieve cubre suavemente los picos que lo rodean, y templado en verano, lo que lo convierte en un auténtico oasis de montaña. Esta tierra, tan fértil y generosa, está cuidada con un amor que se siente en cada rincón. Los campos, trabajados con esmero, se asemejan a jardines vivientes que, en primavera y verano, atraen a aves migratorias de todo el mundo. Cigüeñas, garzas, aves rapaces y paseriformes se unen en un coro natural que envuelve el valle en un aura de paz y serenidad.

Aït Bougmez es más que un simple paisaje; es un hogar para las comunidades bereberes que han vivido aquí durante generaciones. A lo largo de sus treinta kilómetros, el valle acoge a más de treinta pueblos, conocidos como "douar", donde las casas están construidas con materiales locales como piel apisonada, tierra, piedra y madera, siguiendo una arquitectura ancestral que ha resistido el paso del tiempo. Estas aldeas, enclavadas en las montañas, son el corazón latente de una cultura rica y vibrante, donde las tradiciones se transmiten de generación en generación.

Más abajo, los campos del valle, organizados con una precisión casi sagrada, forman un mosaico impresionante visto desde las alturas. El agua, fuente de vida, abunda gracias al Oued Bougmez y a los numerosos manantiales que emergen en cada rincón. Aquí, cada familia trabaja la tierra con respeto y gratitud, honrando el legado de sus ancestros.

Explorar los senderos del Atlas marroquí te permitirá no solo descubrir una región de una belleza inigualable, sino también conectar con el alma de sus habitantes: los bereberes del Alto Atlas Central. Gente cálida y acogedora, cuya hospitalidad te hará sentir como en casa, como si siempre hubieras pertenecido a este lugar. Un viaje a Aït Bougmez es una invitación a sumergirse en un mundo donde la naturaleza, la historia y la cultura se encuentran en perfecta armonía, ofreciendo una experiencia que nutre tanto el cuerpo como el espíritu.

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